- Vete al país donde se habla el idioma que te interesa. Como te pueden asegurar miles de estudiantes, no hay manera de aprender un idioma sin este punto clave.
- Una vez en el extranjero, búscate amigos de tu país, o mejor de tu región. En el extranjero, el idioma se aprende a base de ósmosis — respirando el aire y comiendo los productos de la tierra extranjera.
- Sí en algún momento sales de tu burbujita nacional y coincides con un extranjero — intenta hablarle en tu idioma, o en el idioma internacional.
- Compra libros — de aprendizaje varios niveles delante de ti o las novelas más clásicas — y plántalas por tu habitación. La gran concentración de vocabulario que tienen, les hace evaporar el léxico y te permite aprender mientras duermes.
- Aprende las frases básicas de supervivencia:
- una cerveza por favor
- gracias
¡No te pases con perfeccionar la pronunciación! No quieras ponerte en riesgo de que te responden en su idioma. - Asegúrate de pasar más tiempo hablando sobre tus estudios que estudiando. No quieras que tus esfuerzos pasan desapercibidos.
- Conoce a un extranjero. Así tendrás la oportunidad de contar de las amistades que hiciste cuando vuelvas a tu país.
- Ríete de todos los que se lo trabajan estudiando cuando tu aprovechas tu estancia al máximo.
- ¡Recuerda! El aprendizaje del idioma es una experiencia para vivir y contar a tus amigos, y no un objetivo que conseguir.
- Si al final te falta soltura para hablar o suspendes el examen — no pasa nada, solo es una razón más para repetirlo todo otra vez!